Proyecto E.D.S.C.E.! Ensayo II: Química con Ignorancia.

Tras la fatal muerte de nuestro amado "Sujeto A", hubo un lapso de cese meníngeo por parte del equipo de investigación del Dr. Weissmann. En concreto, el propio Weissmann se puso emo y se encerró a sí mismo en el bodegón del laboratorio bajo la sentencia de no salir nunca más a menos que fuera muerto... pero bueno, ustedes saben que los emos nunca se plantearían matarse en serio, y pues a los 2 o 3 días estaba el melenudo de Weissmann afuera (Bastante jalado, pero vivo). Y pues, luego de unas breves complicaciones, se logró completar el siguiente ensayo didáctico, que se puede denominar como La Venganza del Afro; los detalles de dicha nomenclatura se revelarán en entregas posteriores.

Química con ignorancia, compuestos trágicos.
“La cantidad de inteligencia del planeta permanece constante. La población, sin embargo, sigue aumentando.”

Como una respuesta al público tan amable y receptivo, he comenzado un nuevo tomo de la serie de ensayos didácticos sobre ciencias exactas (E.D.S.C.E.). De la misma forma, es un placer para mí el mencionar que ya está a la venta la biografía completa de nuestro amado “Sujeto A”. Dicha biografía incluye el DVD oficial del atropello que dio muerte al mismo.
Ahora, y sin más preámbulos molestos, damos inicio al tema de hoy: la química y sus periferias. De inmediato, con sólo oír el nombre de nuestro foco de estudio, caemos en cuenta de la falta que hace la clásica reseña histórica, que nos refresca la memoria y nos infunde las ganas de comenzar:
En el principio (5,6 X 1087 a.C.), ya existía el universo, y la química estaba presente, pero como no habían humanos entonces eso no valía para este estudio. Cuando apareció el ser humano (Quién sabe cuándo a.C.), aún no había razonamiento suficiente… entonces tampoco valía. Al final y para no aburrirlos con el cuento mejor les afirmo que hoy en día se sabe más que en el 5,6 X 1087 a.C. (Así es más preciso).
Debido al accidente de la vez anterior, hemos decidido utilizar un asistente anónimo que no tenga que salir del laboratorio, esto para evitar atropellos. Así pues, iniciamos la primera prueba, con el cuerpo humano como punto de partida.

Prueba 1: hicimos comer a “Sujeto B” (Sí, así se llama el tipo) una selección de alimentos específicos que obligarían al sistema digestivo a mostrar su máxima capacidad (Vale mencionarlos, por si las dudas: Batido de papaya en leche, bananos, mondongo en salsa con helado de choco chips, tres leches con carne mechada y salsa de soya, salchichón picante con topping de chocolate, y de postre unos frijolitos blancos con leche condensada y atún enlatado). Inmediatamente después de la ingestión pudimos notar que “Sujeto B” tenía los ojos desorbitados, transpiraba en exceso y su temperatura era inferior a la normal…
Debido a la terrible apariencia de “Sujeto B”, decidimos dejar de darle comida y conectarle a los instrumentos. Los resultados fueron abrumadores: al mezclar en un estómago toda esa comida incompatible y añadirle un detonador de componente lácteo, los frijoles con condensada, se obtiene una amplia reacción que altera el orden molecular del ácido estomacal, separando todos los átomos de fósforo (p o P, según su preferencia, la verdad no me acuerdo) y juntándolos en parejas. Obviamente el fósforo estomacal en parejas nos resulta en algo problemático: la existencia de P2 y de p2. Para una nomenclatura simplificada nos referiremos únicamente a Pedotes y peditos, respectivamente.
Desde luego esta no es la peor parte, pues dada la inestabilidad estomacal y la rápida separación molecular, tienden también a separarse los compuestos de potasio (K, o a veces k… ¡A mí no me importa!). Por razones desconocidas aún, los átomos libres de potasio se emparejan con otros potasios para crear un compuesto peligroso: KK (desde luego, si eligió la k, entonces es kk). La KK se amontona en los tractos intestinales bajos y crea una presión casi incontenible por el esfínter.
Pero la cosa no acaba ahí: debido a la liberación de moléculas de agua hacia el intestino y las tremendas sacudidas intestinales, la KK se hace líquida, burbujeante también pues hay exceso de P2 y p2. A la KK aguada con P2 y p2 se le conoce como Azufre-Oxígeno-Paladio de KK (SOPa de KK), altamente explosiva. No conocemos muy a fondo los detalles de este misterioso compuesto explosivo, pero sí sabemos que provoca vibraciones sísmicas notables, aparte del escándalo desmedido que es característico. Es obvio que un bruto corriente no va a entender ni KK, por lo tanto hemos preparado este preocupante, e innecesariamente adornado, gráfico explicativo para las reacciones químicas relacionadas con KK y P2.
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Inmediatamente después de la creación del cuadro explicativo, el asistente nos recordó que “Sujeto B” estaba sudando frío y pidiendo un sanitario desde hacía horas…
En ese momento, recordamos la letal propiedad acumulativa de la presión de SOPa de KK, que se amontona en el recto a razones exponenciales. Por más que intentamos llevar de inmediato a “Sujeto B” al baño, ya era demasiado tarde… la presión era tanta que al momento en que lo sentamos en el excusado se le reventó la faja y la hebilla se disparó con tal fuerza que le arrancó la oreja al asistente.
Todavía lo recuerdo como si fuera ayer… el momento en que cerramos la puerta del baño fue la última vez que lo vi. Se le saltaban las venas del cuello, su cara estaba roja, sus dientes apretados y los ojos cerrados con tremenda fuerza. Luego de cerrar la puerta y de asegurar los cerrojos, huimos a toda madre hacia la zona de seguridad del laboratorio, nos tapamos las narices y oídos, cubrimos nuestras cabezas, y… entonces… BR&%*BRRSH%$#*SHS&^% BBRRRR%$#&*SHHSBR$ PRAPPAPPRSRHSAPASSSJHHSH PYREAPSHRRAPAPRASHHHHHHH!!!!!!! PRRSRHOHSHH!!!!! PRSHHSJH!!!
La presión de la SOPa de KK fue tal que, a la hora de la liberación, hubo una explosión de magnitudes espantosas que redujo a átomos a “Sujeto B” y a la tasa del inodoro junto con él; de igual forma gran parte del laboratorio fue reducida a KK.

Conclusiones de la Prueba 1: A modo de memorando, se ha anotado en un papel bien grande lo siguiente: “para la próxima mejor no llamar a ningún “Sujeto” ni nada por el estilo, esto dadas las repetidas muertes y los problemas legales que estas conllevan”. Luego, agarramos el papel y lo pegamos en la puerta de la refrigeradora del laboratorio para que todos lo vieran.
La principal conclusión sería el siempre acudir al baño cuando el cuerpo así lo pida, y no cuando el asistente (al que ahora le falta una oreja) le dé la gana acordarse.
También podemos recalcar la inútil ayuda del difunto “Sujeto B”, de quien sólo nos quedó el mal olor y una palangana toda cagada. Ese inútil pendejo de KK no sirvió para nada, ni siquiera aguantó la comida que le dimos. No se pudo aguantar las ganas de ir al baño ni por míseras tres horas que lo examinamos. Tras de eso, ¡se le revienta la faja y le vuela la oreja al asistente! ¿¿Cómo carajo va a trabajar uno en paz si los “Sujetos” de estudio se le mueren como nada?? ¡Yo me defeco en la madre que lo parió! …Ah, si todos fueran como “Sujeto A”.

Preview de lo que sería la Prueba 2: Íbamos a crear un desarrollo avanzado de pirotecnia casera básica para los niños de cinco años en adelante… ¡Pero por la jodida estampa de “Sujeto B” no pudimos hacer ni KK! ¡Ahora hay que esperar a otro desgraciado que se apunte a servir de “Sujeto pa’studiar”! ¡Juro por la oreja del asistente que ODIO a “Sujeto B”!

La lápida de “Sujeto B”: ¡Mira lo que le puse a ese jodido inútil en la lápida!

Y pues, con un poco de desquite se deshizo Weissmann de esa incómoda culpa que aquejaba su corazón. Pero ustedes, queridos 1.32 lectores, no se desanimen. Aún faltan muchas más entregas de los Ensayos Didácticos Sobre Ciencias Exactas, ¡esperad ansiosos!